Vivimos en un contexto un tanto peculiar. El Estado del
Bienestar que se empezó a desarrollar con éxito a partir de la Segunda Guerra
Mundial está más deteriorado que nunca, convivimos con un sistema inviable con
la justicia social. El resultado de esto es el incumplimiento de los derechos
básicos de una gran parte de la población, familias desahuciadas, altas tasas
de paro, pobreza infantil, corrupción política... Un panorama un tanto
desolador para el siglo XXI.
Podría haber retratado a uno de los muchos homeless que
encontramos por las noches en los cajeros en busca de un sitio
"acogedor" para pasar la noche, familias al completo rebuscando en
los contenedores que los supermercados sacan por las noches, a los rostros destrozados
que ven perder sus hogares, personas obligadas a pedir en el metro para poder
llevar un trozo de pan a la mesa...
Pero como educadora social que me siento prefiero tener una
visión más positiva de la sociedad, pues creo en la fuerza que tenemos. No
quería fotografiar estas situaciones y después seguir hacia adelante sin poder
hacer nada para cambiarlas. Así que he decidido reflejar la principal arma de
la sociedad: las redes sociales.
A través de las redes sociales se comparten todo tipo de
noticias, de injusticias, se hacen grandes denuncias sociales y, lo más
importante, está al alcance de todos. No tenemos excusa para evitar la
realidad, pues corre por las redes a la velocidad de la luz. Estas redes que
nos permiten estar conectados nos dan la oportunidad de unirnos, de hacer
iniciativas populares para combatir una realidad muy oscura.
En la fotografía encontramos un ejemplo de denuncia social
sobre una de las maneras de afrontar el feminismo con un lema muy provocador
"Tus piernas peludas no te hacen menos femenina, mis pernas depiladas no
me hacen menos feminista."
En el lado derecho encontramos un grupo de Facebook de
afectados por alguna de las múltiples estafas de los bancos. En la misma
fotografía el tema tratado es cómo reclamar a las entidades bancarias los
cargos por comisiones debidas al descubierto o al retraso en el pago de las
cuotas de las tarjetas.
Pero podemos encontrar iniciativas de todo tipo. Desde
mercadillos populares para vender, comprar e intercambiar ropa y objetos de
segunda mano, convocatorias a manifestaciones, grupos de apoyo con finalidades
sociales... En definitiva, es la luz que guía el túnel por el que estamos
pasando. Demasiado largo ya, por cierto.
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