Joana, María Ángeles,
Sheila y Anna nos expusieron la identidad digital y el derecho al olvido de una
forma muy amena.
¿Qué es la identidad digital? Es la identidad, o identidades, que creamos a
través de internet, las cuales SIEMPRE quedan reflejadas.
¿Qué consecuencias tiene? El grupo nos explicó dos consecuencias:
-
PERFILES
FALSOS: la mayoría de datos quedan accesibles en la web, por lo que cualquier
persona puede llegar a ellos y utilizarlos a su conveniencia. De esta forma no
sería la primera vez que se han creado perfiles falsos en plataformas virtuales
con datos de otra persona. Es más, posiblemente todos tenemos a algún conocido
al que le ha pasado.
-
LOS DEMÁS SE
PUEDEN HACER UNA IDEA NUESTRA QUE NO ES: subimos fotografías, comentamos lo que
vemos, publicamos ideas, proyectos e incluso sentimientos, marcamos lo que nos
gusta y lo que no, en definitiva tenemos una actividad inacabable en las redes.
Inevitablemente para una persona que no nos conoce el hecho de tener tantos
datos nuestros hace que se cree su propia imagen de nosotros, que puede no ser
la acertada. De hecho, se comentó que esto lo utilizan muchas empresas para
conocer el perfil de los demandantes de empleo.
Para evitarlo se trató el tema del derecho al olvido en una comisión europea
y se decidió que los navegantes podemos solicitar borrar nuestros datos. El
incumplimiento de esta petición puede ser sancionado con una multa de hasta
1.000.000€.
En Facebook, por ejemplo, puedes regular tu privacidad y decidir quién
puede ver tus fotografías o lo que púbicas. De esta manera, en el mejor de los
casos, podemos conseguir que sólo vean lo que colgamos nuestros amigos. ¿Pero a
quién tenemos de amigos en Facebook?
Pero en muchos casos el filtro de amigos está bastante debilitado y podemos
encontrar extensas listas de amigos. En estas se incluye a la vecina del quinto
de casa del abuelo del dueño del Facebook, un antiguo amigo de la infancia con
el que no mantenemos el contacto o incluso amigos añadidos por error. De tal
manera deberíamos plantearnos a quién tenemos en nuestra lista de amigos.
La población debería ser plenamente consciente de la huella digital que
inevitablemente dejamos en internet. Pero, sobre todo, de que esta huella
digital muchas veces implica a terceras personas. De esta manera como padres
deberíamos pararnos a pensar dos veces qué fotografías publicamos de nuestros
hijos; pues no sabemos a qué manos llegarán ni que harán con ellas; como amigos
deberíamos pensar dos veces antes de publicar que esta noche toca cena en un
sitio determinado, pues no sabemos quién puede estar siguiendo los pasos de nuestro
compañero; y como persona debemos pararnos a pesar cuánto valoramos nuestra
intimidad.
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